María, Reina inmaculada del universo
La Asunción de María al Cielo es el fruto de la santa resurrección de Cristo, Verbo de Dios y Cabeza de la Iglesia. Ella es su primer esplendor, su gloria, escondida aún en Cristo, pero ya cantada en la Iglesia.
La Asunción de María es una predicación del Evangelio de la gracia, que de la fe en Cristo conduce a la vida eterna. En Ella contemplamos y admiramos la belleza sobreabundante del Dios Trino que llama, crea y santifica a la Iglesia por “la gracia de Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo”.
¡María está viva en el Cielo, de vida eterna, en la bienaventuranza prometida a los que hayan seguido al Señor hasta en su Pasión! Ella que fue su servidora más que ninguna otra, hoy la Trinidad la glorifica e invita a compartir, en una dependencia para con el único Rey, su Hijo, la Realeza del Universo.
Leer la catequesis de Juan Pablo II sobre María, Reina del universo
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El ángel entró en su casa y dijo:
“¡Alégrate, llena de gracia!”
María está llena de la gracia del Dios único:
En el designio benévolo del Padre, salvada de antemano en Cristo, santificada por el Espíritu.
¡Primera Iglesia!
Oh toda inmaculada, |
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María
Siempre Virgen y Madre de Dios
Concebirás y darás a luz a un Hijo,
y lo llamarás Jesús.
María concibe en su virginidad, Aquel que engendró el Padre en su seno antes del tiempo, el Hijo coeterno al Padre, ¡el Salvador! En ella, se hace hombre para los hombres, el inocente entregado por los pecadores, el inmortal entregado por los mortales.
Oh Virgen Madre de Dios, |
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Hagan todo lo que Él les diga. María sigue a su Hijo como un verdadero discípulo, medita y guarda en su corazón su Palabra; fiel al que llaman Fiel y Verdadero, ella se queda al pie de la Cruz y llega a ser la Madre de todo hombre rescatado con la Sangre de Cristo. Oh María, completamente fiel servidora del Señor,
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María
Madre de la Iglesia y Reina del Universo
A los que me han seguido. Hoy viva en la gloria de su Hijo, primera de la Iglesia invitada a las bodas de vida eterna, María coopera con él y en el Espíritu Santo para el regreso de todos y de todo hacia Dios, hasta el día en que él será todo en todos.
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